Una nueva vuelta al sol siempre ha sido sinónimo de TORTA (a veces tartas o cupcakes) para la celebrar un año más de vida. Con el tiempo he llegado a la conclusión que hay cosas indispensables en el día del cumpleaños, una de ellas es el simbolismo que refleja tener una torta redonda. No hay nada más emotivo, simple y a la vez conmovedor cuando estás sentada frente a tu torta de cumpleaños con varias velas encendidas; apagan las luces para resaltar el brillo de esas llamas que encienden tus ojos de ilusión por el año que está por venir. Te detienes a escuchar a quienes están cantando a tu alrededor con voces alegres de que hayas logrado llegar a alcanzar metas, logros y sobretodo haber saboreado de la vida. Hay tantas cosas que pasan por tu mente mientras observas las caras de quienes te acompañan en esta importante celebración y agradeces por tenerlas a tu lado. Termina el coro y pareciera que tu destino a un nuevo año se enfrenta entre tus más profundos tres deseos y el soplo profundo para cellar el trato con aquellas velas que fueron particularmente escogidas o que fueron recicladas de algún cumpleaños anterior.
La historia y el simbolismo que hay detrás de las tortas que usamos hoy para celebrar cumpleaños, matrimonios, bautizos, entre otros eventos especiales se remonta a siglos atrás. Esta tradición no es nueva: en la antiguedad, se horneaban panes redondos simbolizando la luna y el sol para darlos en ofrenda como agradecimiento por el cumplimiento de un ciclo de buena cosecha o buena abundancia.
La utilización de las velas es poco clara, pero escuché una vez que la tradición correcta de soplarlas, no es la de pedir por cosas buenas vengan; sino la de pedir que cosas malas se vayan, y que el humo simbolizaría que esas cosas se vayan de nuestra vida y no regresen.
Independientemente de lo que creamos, por mi parte, no concibo la idea de no tener una torta en el día de mi cumpleaños con una velita, y menos aún que sea cualquier torta. Debe tener un significado especial para mi dependiendo de cómo me sienta inspirada, por eso es que cada año evalúo qué torta tendré. Algunas veces la he preparado yo misma, y otras veces las he comprado en algún lugar en particular que me ha llamado la atención.
Este año, quise recordar mi cumpleaños de una forma especial, quise hacer algo simple, pero significativo. Días antes, estuve hablando con mi mamá sobre cómo fue estar embarazada de mí y los días previos a mi nacimiento, fue en ese momento que ella mencionó algo que me dió una idea: lo que más se antojaba de comer eran naranjas y mandarinas mientras estaba embarazada de mi.
Con eso en mente decidí hacer mi torta de cumpleaños de mandarina. Dado que es un fruta típica de otoño, en Toronto las hay por montones y super sabrosas. Así que esta receta la comparto con mucho cariño, deseando que este sabor y textura te quede tan rica como quedó la mía.
Torta de mandarina
Descripción
Es una excelente idea cuando tienes demasiadas mandarinas y ya no sabes qué hacer con tantas. Además es perfecta como un bizcocho simple, la cual puede cubrir con azúcar flor y acompañarla a la hora del té.
Ingredientes
Jarabe o remojo de mandarina
Crema para decorar
Instrucciones
Preparar los ingredientes
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Primeramente comenzar por las mandarinas: rallar finamente la cáscara sin traspasar la parte blanca (que es más amarga).
Pelar unas 5 a 6 mandarinas, ya que le habrá quedado la piel blanca que debemos retirar y licuarlas hasta que quede una pulpa (100 ml)
Las otras mandarinas restantes, las cortaremos por la mitad para exprimir su jugo (200 ml).
Reservar dos a tres mandarinas, para usar de base decorativa del bizcocho: pelarlas completamente y cortarlas en rodajas.
Juntar los ingredientes secos y cernirlos.
Preparar moldes de unos 15 a 18 cm de diámetro (si vas a hacer torta te recomiendo usar dos moldes del mismo tamaño).
Precalentar el horno a 170º celsius
Preparar las claras a punto nieve
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Con la ayuda de un batidor eléctrico batir las claras desde velocidad baja e ir aumentando poco a poco (para saber más detalles de cómo lograr unas claras montadas con éxito haz click aquí). Una vez que hayan espumado, ir colocando las tres cucharadas de azúcar de a poco. Seguir batiendo hasta lograr picos firmes. Reservar.
Preparar la masa
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Batir el azúcar con las yemas y la ralladura de las mandarinas. Esto permitirá que se intensifique el sabor de la mandarina. La mezcla tiene que cambiar a una tonalidad más pálida. Incorporar el aceite y la pulpa de la mandarina, unir bien los ingredientes.
Agregar los ingredientes secos de a dos tantas y mezclar bien. Por último, con la ayuda de una espátula, incorporar la mezcla de las claras, haciéndolo con movimientos envolventes para que el aire no se baje. No debe quedar nada blanco sin estar incorporado a la mezcla.
Hornear
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Para darle un toque especial, cubre la base del molde con las rodajas de mandarina y luego vuelca la mezcla encima. Llevar al horno por 30 minutos, o hasta que al introducir la punta de un cuchillo salga limpio. Sacar del horno y dejar enfriar.
Decorar
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Si deseas convertirlo en una torta, te recomiendo dejar enfriar por completo los bizcochos (asumiendo que preparaste dos moldes, de lo contrario habría que cortar a la mitad uno para tener dos bizcochos o tres, eso dependiendo del grosor que quieras hacer).
Mientras se enfrían, con la ayuda de un batidor eléctrico, batir enérgicamente la crema fría con el azúcar y la vainilla. Batir sólo unos minutos hasta que la crema esté firme.
Coloca un poco de la crema en el plato que utilizarás para colocar la torta. Luego coloca un disco de bizcocho, cubre con la crema o si gustas puedes agregar una mermelada o manjar, y después colocar la crema encima. Colocar el otro disco encima y repetir el mismo paso del relleno. Cubrir el bizcocho con el resto de crema.